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José

Manuel

Buitrago

El performance llamado escritura

  • Foto del escritor: Jose Manuel Buitrago Rivera
    Jose Manuel Buitrago Rivera
  • 19 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 26 abr 2020

Reseña de La muerte del autor (1964) por Roland Barthes


El escritor y filósofo francés Roland Barthes (Cherburgo, 1915 – París, 1980) discute sobre como la escritura puede alcanzar su verdad al erradicar la noción de autor del texto, permitiendo que la obra se remita al lenguaje y le permita al lector recorrer un escrito sin impresiones o sentimientos previos, en su momento propio (su aquí y ahora), consolidando un acto de tendencia performativa en la literatura en su ensayo La muerte del autor, publicado originalmente en 1964 y posteriormente incluido en su libro póstumo El susurro del lenguaje de 1984. Cabe resaltar que Barthes realizó una gran variedad de investigaciones y aportes a la semiología, la lengua, la literatura y la crítica del arte, llegando a ser reconocido como uno de los filósofos más importantes del siglo XX.

El ensayo inicia cuestionando una novela del realista Honoré de Balzac, cuando resalta los sentimientos y las características del personaje de una mujer con una narración sin voz, proporcionando un ejercicio simbólico al lenguaje al haber una perdida de identidad en la escritura, en contraposición a la idea moderna de autor (genio creador), al cual el auge positivista del siglo XIX y la reforma religiosa protestante otorgó prestigio por su individualidad, su carácter de «persona», condición que explica la obra y le da un sentido inmediato.

Barthes resalta la propuesta del poeta Stéphane Mallarmé de sustituir al autor por el lenguaje de un texto, haciendo énfasis en que el lenguaje es el que dice las cosas y obligando a la escritura a pasar por un proceso de impersonalización (retirar las características del autor que la determinen) para que el lenguaje pueda actuar en su acción performativa sin la construcción del Yo del autor en la obra. También incluye las ideas del novelista Marcel Proust, que procura desaparecer la relación autor-personajes, provocando que el narrador sea el que escriba la obra, sin alguien que haya creado el texto y sin haber sentido o visto intenciones anteriores a la lectura, haciendo posible la escritura verdadera: cuando acaba la novela. Así mismo, también describe las contribuciones del movimiento surrealista al proceso de abandonar el autor en la obra, con la filosofía de burlar los códigos y sistemas tradicionales del uso del lenguaje, y con ejercicios como la escritura automática y la realización de piezas colectivas.

La acumulación de este tipo de pensamientos y sucesos dio paso a la transformación del texto moderno, donde el autor no antecede al libro con su pasado, sino que nace allí (en el presente espacio-temporal) con su texto bajo la noción de escritor, no creador, perdiendo la idea de conservar, constatar y querer expresar una idea. Por esta razón Barthes hace la comparación con lo efímero del performance.

En consecuencia, se concibe al texto como un espacio donde se enfrentan múltiples escrituras que proceden de distintos códigos culturales, lo que Barthes llama un tejido de citas. En este sentido aparece la verdad de la escritura: cuando el escritor, al imitar lenguajes ya utilizados previamente, adquiere la capacidad de mezclar y combinar estas escrituras, superando al autor. Cabe resaltar que la categoría de autor le da un sentido último y definitivo, una explicación al texto. Por ende, es innecesario descifrar o interpretar un texto con base a las figuras y sentimientos del autor, porque esta acción legitima la visión de la crítica clásica, que está en contra de descubrir el significado real del lenguaje.

Por último, teniendo en cuenta lo anterior surgen dos conceptos determinantes para el desarrollo de la verdad de la escritura: la contrateología, que es el rechazo de Dios (como autor creador), las ciencias, la razón y las leyes para que el sentido de la escritura no se detenga y dependa del segundo concepto, el lector. Esta figura es capaz de entender la ambigüedad de las palabras, que son la estructura primaria del lenguaje­– las cuales al solo poder ser explicadas con otras palabras tienen interpretaciones ambivalentes que dependen de quien las lea y de su contexto –. Se consolida no como espectador, sino como un lugar donde se agrupa la multiplicidad que puede tener un texto, un espacio en el que se inscribe el tejido de citas que lo construye. Así la unidad y sentido del texto está en su destino (el lector), quien no tiene preconcepciones para aceptar el contenido de la escritura. Barthes finaliza el texto afirmando que: “El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor”.

Además de hacer difícil la tarea de escribir palabras como «texto», «escritor», «autor­­» en el contexto de la reseña sin referirse al ensayo, Barthes asume una posición radical en esta crítica a la literatura, la cual también se puede considerar como una crítica al arte en general, apoyando la premisa del arte contemporáneo donde el autor pierde importancia, desde el momento que consolida al lector como un espacio en el que se organiza la realidad de la obra, en el que propiamente sucede la obra.

Por otro lado, la multiplicidad de la escritura es similar a la pluralidad de la imagen poética que propone Octavio Paz en su libro El arco y la lira (1956), donde esta posee una amalgama de significados, que a pesar de que convergen dentro de una estructura gramatical no pierden su singularidad, y tiene sentido solo en si misma. En la escritura los conjuntos de frases que tejen el texto comparten esta característica, formulando una heterogeneidad transformadora en la relación lector-texto.

La elocuencia del escritor para argumentar su posición a lo largo del texto hace casi imposible estar en contra de sus ideas; sin embargo, en su uso del lenguaje Barthes solo funciona como enunciador, dejando que las palabras sean recorridas y entendidas por el lector, sin intervenir con su pasado personal, solo con los antecedentes de los fundamentos y ejemplos del mismo escrito, teniendo concordancia con el contenido del mismo ensayo.

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