Arte Conceptual: Los artistas que lograron ver más allá de la materialidad
- Jose Manuel Buitrago Rivera
- 26 mar 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 abr 2020
Reseña: El arte conceptual y sus tendencias,
capítulo de El arte último del siglo XX por Anna Maria Guasch
La historiadora y crítica de arte barcelonesa Anna María Guasch (1953) publicó en el 2000 el texto titulado El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural: 1968-1995, en el cual realiza un análisis desde la historia del arte sobre la variedad de movimientos que surgieron desde la transformación del arte formalista (enfocado en la forma) a su desmaterialización en 1968, hasta la última década del siglo. Por otro lado, cabe resaltar que la autora ha realizado y publicado múltiples investigaciones sobre el arte internacional. Además es docente catedrática de la Universidad de Barcelona y ha sido profesora invitada en varias ciudades de Latinoamérica.
El quinto capítulo del libro, llamado El arte conceptual y sus tendencias de explica los principales fundamentos del arte conceptual, el cual se originó en dos potencias anglosajonas (Reino unido y E.E.U.U.) las cuales fueron determinantes para el desarrollo del arte a mediados del siglo XX. Éste movimiento se centró en apartarse de lo visual y material de la obra, para exaltar la comprensión de sus ideas y concepto. Sus principios se derivan de: el minimalismo, el cual había surgido poco antes, que desechaba todo los aspectos físicos e interpretativos de la obra que no se redujeran a lo esencial; las cuestiones del objeto de Duchamp con la idea de los readymades, y la pintura y consideraciones teóricas de Ad Reinhardt. A partir de estas nociones fue posible consolidar el concepto como una pieza artística que solo tiene referentes y explicaciones en sí misma.
Esta definición ha sido estructurada por autores como Sol LeWitt quien lo orientaba hacia el entendimiento de la obra por medio de procesos mentales y no de los estético-visuales (premisa antiobjetual); Henry Flynt al designarlo como concept art y validar el concepto como material, y Joseph Kosuth con la premisa del arte como arte: una tautología tanto lógica como retórica donde el arte sufre una descontextualización con la realidad y sus atributos físicos, y solo manifiesta explicaciones del mismo arte.
Por otro lado, Kosuth también realiza aportes significativos al arte conceptual en la práctica a través de obras y exposiciones como January 5-31, 1969 junto a Robert Barry, Lawrence Wiener y Douglas Huebler, en la que el objeto más importante era su catálogo, una obra de arte. Esta y otras exposiciones fueron criticadas por seguir la corriente propuesta por Duchamp desde el dadaísmo.
De la misma manera, muchos otros artistas se inclinaron hacia el arte conceptual con diferentes técnicas y planteamientos reflexivos del origen del arte, acercándose a éste al intervenir en el espacio; mostrar textos, mapas, gráficos y fotografías; expresar el concepto con herramientas lingüísticas y darle la mayor relevancia al objeto para entender la idea. Por otro lado, también buscaron restituir las relaciones interdisciplinares del arte con la filosofía, las matemáticas, las ciencias y el lenguaje.
En este sentido, la autora divide la visión y obra de los principales exponentes del movimiento conceptual respecto a: la filosofía y el lenguaje, los usos de la palabra y el sistema numérico y matemático.
En primer lugar, agrupa a Joseph Kosuth y al colectivo británico Art & Language. El primero, a quien ya se había mencionado, realizaba sus “protoinvestigaciones”, obras con definiciones de diccionarios y unas Segundas Investigaciones donde el arte se desprende de la estética y puede tener distintas apreciaciones y usos. En segunda instancia, este colectivo conformado 6 hombres que utilizaron el enfrentamiento entre palabra e imagen para manifestar la transcendencia del objeto en el arte.
En cuanto al uso de la palabra y el word-art, artistas como Robert Barry que se desenvolvió en la ciencia y se fascinaba por la nada, a través de la instalación; Lawrence Weiner quien trabajó con las afirmaciones o enunciados, de textos y titulares haciendo hincapíe en el acto de haber hecho arte y descalificando los medios necesarios para haberla hecho; Victor Burgin que maneja la estructuración de significados y narrativas en el texto-fotografía, y Douglas Hueber que exploraba las relaciones entre el espacio y el tiempo en sus objetos. Finalmente, describe la obra de arte como función de lo matemático/ cuantitativo y musical con Bernar Venet y Hanne Darboven. Por otro lado, concibe la impresionante diversidad de métodos y definiciones alrededor de lo que se piensa y practica como arte conceptual, ejemplificando a On Kawara y Daniel Buren.
En el capítulo se realiza un análisis detallado sobre las contribuciones de los artistas y teóricos más reconocidos y/o significativos al movimiento del arte conceptual, incluye sus obras (sean plásticas o ensayísticas según el caso) y resalta las singularidades en el pensamiento de cada uno. También, primeramente hace una contextualización social e histórica de la época y describe los antecedentes y las bases que permitieron el surgimiento de esta corriente artística posmoderna (es curioso que no lo denomine como arte contemporáneo sino como arte posmoderno, posiblemente acuñando el término que parte de la filosofía occidental desde el siglo XX).
Considero que, la observación y descripción de la autora ofrece un panorama completo sobre el arte conceptual, queda más que claro quienes fueron los artistas y sus exposiciones, los teóricos, que metodologías y técnicas se realizaron para trascender el formalismo y conseguir que el concepto se vuelva una obra de arte, la cual su apreciación no se limita a contemplarla sino a interpretarla y cuestionarla con interés y asombro. Guasch es muy imparcial en su redacción al no incluir su punto de vista, pero refleja con puntualidad los objetivos y funciones del movimiento conceptual.
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