El Cambio incesante

Opinión de Rivers and Tides (2001), Thomas Riedelsheimer

Estar en una transformación constante, en un flujo imprescindible en el que todo se mueve y es temporal, como las aguas de un río que se renuevan, circulando entre rocas y obstáculos hasta llegar al mar. Allí fluyen, se alteran, se dividen, se unen, la marea aumenta o disminuye. Así funciona la naturaleza, la vida. Ésta es la obra de Andy Goldsworthy.

Andy Goldsworthy es un artista británico, nacido en 1956 en Inglaterra y actual residente de Escocia, reconocido por sus aportes al arte contemporáneo debido a sus prácticas performativas (efímeras) principalmente en la naturaleza, caracterizadas por un proceso escultórico y de documentación fotográfica y/o audiovisual. Teniendo en cuenta lo anterior, en el año 2001 se estrena la película Rivers and Tides: Andy Goldsworthy working with Time, a cargo del cineasta y fotógrafo alemán Thomas Riedelsheimer, quien documentó algunos viajes del artista y su proceso creativo.

El largometraje aborda la necesidad del artista de estar en contacto con la tierra, perderse en los bosques, caminar por prados, mojarse en la lluvia, congelarse sus manos, etc., todo haciendo alusión al fluir del tiempo en comparación con el río. Para ello, Goldsworthy respeta y participa en las dinámicas de la naturaleza, no interrumpe sus procesos, sino que les saca provecho (no en el sentido de dominar) desde el tocar y sentir. En este orden de ideas, él destruye la concepción de una naturaleza idealizada y nos muestra cómo es realmente, exaltando sus cambios físicos y químicos.

La película nos lleva por una travesía visual casi hipnótica sobre la vida y experiencia del artista alrededor del fluir y lo efímero, analogía al río y a las mareas respectivamente, que es posible relacionar con el cambio incesante propuesto por Heráclito en la antigüedad: No es posible bañarnos en un río con la misma agua, ya que ésta está en constante movimiento, se renueva, y el agua que estaba en ese mismo lugar hace un momento ya no es la misma. Goldsworthy aprecia éste fenómeno en el entorno que lo rodea, repleto de propiedades caóticas que emanan una energía: la vida.